sábado, 25 de marzo de 2017



EMPEZAREMOS A CONOCER LA IMPORTANCIA DE LA REFORMA PARA NOSOTROS COMO CRISTIANOS EVANGÉLICOS 



Qué decían las 95 tesis de Martín Lutero que dividieron la Iglesia
Con sus 95 tesis, Martín Lutero quiso impulsar una reforma de la Iglesia Católica Romana, pero sin proponérselo se convirtió en fundador de una segunda confesión cristiana.
Martín Lutero (1483-1546) oficiaba desde 1514 como sacerdote en la Iglesia de la ciudad de Wittenberg. Su comunidad apreciaba al popular predicador que se había hecho notar por su talento retórico. A menudo se quedaba en su cuarto absorto leyendo la Biblia. Lutero quería descifrar a través de las Sagradas Escrituras la relación entre Dios y los hombres. Una relación que hacía mucho había quedado aclarada, según la Iglesia Católica: Dios se dirigía a los hombres a través del Papa en Roma y a través de los representantes del Santo Padre, los sacerdotes y obispos. Con ello la Iglesia de Roma podía reclamar para sí la interpretación universal de la Biblia y establecer sanciones a quienes contravinieran sus reglas.
 95 tesis contra los abusos de la Iglesia
 Martín Lutero, en cambio, hizo una nueva interpretación de los Evangelios del Nuevo Testamento, que derivó en otro paradigma cristiano. Para él no había una “mediación apostólica” en la relación entre Dios y los hombres. Lo único que valía eran las Sagradas Escrituras (primacía de las Escrituras), Jesucristo (primacía de Cristo) y la gracia de Dios (primacía de la gracia y de la fe). El detonante de la Reforma fue el comercio de indulgencias, cuyos beneficios iban a ser destinados a la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, pero también a mantener el lujoso estilo de vida del Papa Leo X (1475-1521), que se encontraba siempre notoriamente al borde de la bancarrota.
 Cuando Martín Lutero escribió sus 95 tesis en la habitación de su vivienda de párroco de la Iglesia de Wittenberg, buscaba únicamente poner un alto a lo que él consideraba anomalías en la Iglesia Católica Romana (la secularización, la evasión del celibato). No era su intención entrar en conflicto con el Papa ni tampoco fundar su propia Iglesia. Por ello no clavó tampoco las tesis ese memorable 31 de octubre de 1517 en la puerta de la Iglesia de Wittenberg, sino que las envió para su discusión a colegas y amigos. Ese día no fue un revolucionario, sino un monje preocupado por la salvación de las almas de los miembros de su comunidad. La reacción a las tesis, que se propagaron rápidamente, convirtió a ese angustiado monje en un revolucionario que trastornó de manera perdurable el mundo medieval y cuyos efectos en la historia no tienen parangón.
 El reformador fuera de la ley – Lutero no se desdice

El Papa Leo X intentó llamar al orden al monje de Wittenberg amenazándolo con la excomunión, anatemas y en abril de 1521 con un proceso ante la Dieta Imperial de Worms, sin éxito. Martín Lutero no se desdijo de sus tesis en Worms, lo que fue documentado con una “proscripción imperial” (Reichsacht) y acto seguido fue declarado fuera de la ley. En su posterior huída de los alguaciles de la Inquisición, Lutero no sólo pudo contar con un amplio apoyo entre la población, sino sobre todo con la ayuda del príncipe elector de Sajonia, Federico III “el Sabio” (1463-1525). El príncipe elector ocultó a Lutero en el Castillo de Wartburg, donde bajo el seudónimo de Caballero Jorge (Junker Jörg) se dedicó a traducir el Nuevo Testamento al alemán.

Por una parte sus enseñanzas se propagaron rápidamente en el continente europeo. Pero por la otra, el conflicto con la Iglesia Católica, como se pasó a autodenominar la Iglesia romana del Papa, fue adquiriendo dimensiones cada vez más violentas. Ambos bandos comenzaron a armarse. Ese conflicto religioso desembocó finalmente en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), tras la cual la libertad religiosa en Alemania y Europa quedó sellada a través de tratados.
La convención fija el inicio de la Reforma el 31 de octubre de 1517, día en que el monje agustino dio a conocer los puntos que quería debatir públicamente, fijándolas en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg.
Pero desde mucho antes, como monje agustino y como teólogo, Lutero se sentía indigno por la práctica de las penitencias. ¿Cómo diferenciar la contrición, el arrepentimiento sincero, del miedo al infierno?, era la inquietud que lo torturaba, en un contexto en el que la fe se había mercantilizado al extremo, mediante la venta tarifada de indulgencias que permitían a los vivos y a los muertos acortar el tiempo del purgatorio y ganar el cielo.
Lutero, en cambio, insistirá en la gratuidad de la salvación.
En aquel mes de octubre de 1517, Lutero no se proponía en modo alguno crear una nueva iglesia, sino debatir sobre estas cuestiones y reformar las prácticas que le parecían condenables y alejadas del mensaje del Evangelio. Pero este debate, le valdrá una amonestación del Papa y, más tarde, ante su negativa a la excomunión.
Las 95 tesis de Lutero
A continuación, una selección de algunas de las tesis más significativas. Se notará el lenguaje muy directo que utiliza y el recurso a la ironía.
Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

1-Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.

2-Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.

3-Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.

4-En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.


5-El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.

MARTÍN LUTERO SE OPONÍA A TODOS LOS DOGMAS QUE LA IGLESIA CATÓLICA HABÍA AGREGADO PARA LLEGAR A SER SALVOS. PUES NO SON CONFORME A LA BIBLIA.

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