14 DE
SEPTIEMBRE DEL 2018
EL
EVANGELIO ESTÁ LLEGANDO A
TRIBUS EN EL AMAZONAS
Estos
hombres pertenecían al grupo Yanomami, considerado entre los destrozadores de
cráneo más feroces en todo el Amazonas, en el área de Hakoma, la cual aún no
había sido alcanzada por el Evangelio. Unos misioneros informaron que por la
noche los demonios poseían a los hombres de la aldea, pues golpeaban a sus
esposas y les abrían la cabeza con garrotes.
Después
de un viaje de 10 días, en setiembre de 2012, los cinco guerreros llegaron a un
pueblo donde vivían dos cristianos brasileños, Paul y Bethany, que aprendieron
la lengua de los pobladores y tradujeron el Nuevo Testamento. Los guerreros
llegaron a la culminación de una reunión en la iglesia local.
Los
misioneros reconocieron inmediatamente a los temibles destrozadores de cráneo.
Estaban vestidos con taparrabos, armados con arcos, flechas y dardos mortales.
“¿Nos van a matar?”, se preguntaban todos. Para sorpresa de la congregación,
los cinco guerreros pasaron al llamado de arrepentimiento junto con otros 32
nuevos creyentes.
Paul y
Bethany invitaron a los guerreros a su casa. Los hombres explicaron el motivo
de su visita: "Estamos cansados de vivir de la manera en que siempre
hemos vivido. Nos hemos estado drogando y hemos matado gente. Queremos vivir
una vida diferente. Alguien nos habló sobre el Hijo de Dios, ¿saben quién es
Él?".
Paul
les habló del Dios Creador: el Padre, Jesús el Salvador y el Espíritu Santo.
"Vimos sus ojos brillar con todo lo que dijimos", contó Paul. Después
de varios días, Paul le pidió a un piloto que llevara a los hombres de vuelta a
su pueblo. Antes de irse, los hombres suplicaron a Paul y a Bethany que
vinieran pronto a su aldea para hablarles más sobre Jesús.
Pasaron
los meses y recibieron noticias de que miembros de aquella tribu habían
exterminado a un pueblo entero de otros yanomamis y que meses después habían
asesinado a 46 mineros. "A fines de 2013, fuimos en busca de esta gente.
Muchos dijeron que 'era suicidio', pues 'eran demasiado peligrosos'",
contó Paul. "Teníamos mucho miedo, pero decidimos confiar en Dios".
Se
adentraron en la selva. De pronto estaban rodeados de hombres, mujeres y niños,
armados con arcos y flechas, cerbatanas y dardos venenosos, pero también con
mucha ropa de los mineros que habían matado 18 días antes. Paul tomó una foto
rápida, pero se olvidó apagar el flash, los nativos levantaron sus armas de
manera amenazante. Parecía ser el fin.
Entonces
una voz gritó desde la multitud: "¡Deténganse! ¡Deténganse! Hoy no es día
de muerte". Otro gritó: "No les hagan daño. Estos son los que dicen
que hay un verdadero Creador". De la multitud salieron los cinco guerreros
que habían pasado al llamado el año anterior. Entonces, los otros nativos
empezaron a retirarse.
Los
guerreros condujeron a los 15 misioneros a un lugar con una multitud
esperándolos, y se turnaron para predicar. "Todos quedaron tan
sorprendidos por lo que escucharon que comenzaron a cantar el mensaje de ida y
vuelta, su forma tradicional de difundir noticias", recordó Bethany.
"Día
y noche la gente se arrepentía. ¡Más de 400 destrozadores de cráneo se
entregaron a Cristo!”, testifica Paul. “Elegimos a los 5 guerreros como los
líderes en la fe". Hubo un seguimiento regular con los creyentes cada año.
En el 2017, el mensaje de Jesús había llegado a 4600 personas en 21 aldeas
remotas. "Los guerreros están haciendo lo que nosotros no podemos. Estamos
viviendo un verdadero avivamiento en el corazón de la selva", concluye
Paul.
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