viernes, 31 de mayo de 2019
Milagro: Hombre paralítico fue sanado
mientras era bautizado
Mayo 21 2019
El norteamericano Richard T. Daddona,
vivió un gran milagro cuando decidió bautizarse en las aguas en una ceremonia
celebrada en la Asamblea de Dios de la Capilla Trinity, en Louisville, Kentucky
(EEUU)
Un año antes había sido diagnosticado
con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad que debilita los
músculos y afecta gravemente las habilidades físicas de una persona.
En enero de 2017, Richard se retiró y
comenzó a usar una silla de ruedas para moverse debido a los efectos de la
enfermedad en las piernas. Su esposa, Nancie, se convirtió en su principal
cuidadora, ya que él no podía sentarse, vestirse o bañarse solo.
Después del diagnóstico comenzó a
tener una serie de sueños con predicaciones sobre las «aguas que curan». En el
sueño, cada vez que la predicación terminaba, él se veía al lado de su esposa,
caminando alineado a una docena de árboles que tenían pasajes bíblicos fijados
en pedazos de madera. Al final del camino, se encontraba con una cascada que
llenaba una pequeña piscina. En la cima de la cascada, un hombre miraba hacia
abajo con los brazos extendidos.
Richard logra descifrar un versículo
bíblico que estaba fijado en los 12 árboles que llevaban a la piscina. «Me
despertaba para escribir el versículo y volvía a dormir», dijo a AG News,
observando que los sueños se produjeron durante varios meses.
Cuando estaba en la mitad de los
sueños, la pareja buscó a su pastor, Scott Brown, de la Asamblea de Dios
Trinity Chapel, en Louisville. «Fue cuando empezamos a ver que había un tema
claro y común. Un aspecto de ello era el bautismo en el agua», comenta Brown.
El versículo del penúltimo sueño era
Hechos 22:16, que dice: «¿Y ahora, que está esperando? Levántese, sea bautizado
y lave sus pecados, invocando su nombre. Richard nunca había sido bautizado.
En el culto bautismal, en septiembre
de 2017, Richard contó su testimonio, citando los sueños y los versículos que
los acompañaban. Dos pastores tuvieron que sacarlo de su silla de ruedas para
ser colocado en la piscina.
Cuando Richard se sentó en la piscina
del bautismo, comenzó a orar para que Dios lo curara. «Yo sabía que iba a ser
curado, pero no sabía cuándo», afirmó. «Yo estaba simplemente orando para que
Dios me sanara en aquel momento».
Después de salir del agua, Richard
cuenta que empezó a sentir un calor en sus manos que estaban encorvadas y luego
en sus piernas. Él se levantó, agarró las manos de los pastores con la fuerza
que él no tenía unos instantes antes y salió de la bañera sin ayuda.
Richard abrazó a la esposa, a los dos
hijos, a las dos nueras ya los tres nietos que asistían al bautismo de la
primera fila. Toda la congregación se alegró en lágrimas, aplausos, abrazos y
expresiones de alabanza por la curación instantánea.
«Simplemente me sorprendió. «Yo no
podía hacer nada más que alabar a Dios», recuerda Philip Lascoe, uno de los
pastores que hizo el bautismo.
En vez de sentarse en la silla de
ruedas que lo llevó a la iglesia, Richard salió empujando. Hoy camina y se
mueve como si nunca tuviera ELA, con fuerza y agilidad para hacer cualquier
tarea cotidiana.
«Toda esa experiencia me acercó a mi
esposa y nos acercó a Dios», afirma Richard. «Nosotros sentimos que podemos
depender totalmente de él para cualquier cosa».
31 marzo, 2014 by David Wilkerson
«¡Jesús viene!», un clamor que rara
vez se oye en la iglesia de hoy.
Cuando yo era un
niño, el clamor de la iglesia era: «¡Jesús viene! Volverá como un ladrón en la
noche, cuando menos usted le espera. Vendrá en un abrir y cerrar de ojos,
cuando suene la trompeta. ¡Esté listo todo el tiempo!».
A través de los
años de mi adolescencia, este clamor era oído en cada reunión de día domingo.
Cada evangelista que vino a predicar en la iglesia de mi padre, tuvo un
inspirador mensaje acerca del regreso de Cristo. Sus expresiones fueron
impregnadas con fuego en mi memoria. El mensaje hizo crecer en mí una
expectación y temor santo. Aprendí a vivir esperando el regreso del Señor en
cualquier momento.
Este clamor
«Jesús viene» es rara vez escuchado en la iglesia de hoy. No recuerdo la última
vez que oí un mensaje acerca de la venida del Señor. Como resultado, cuando
miro al cuerpo de Cristo, veo poca expectación por el Señor. Lamentablemente,
solo unos pocos siervos rectos parecen anhelar y buscar su aparición.
De hecho, entre
muchos cristianos hay una nueva posición sobre esta materia. El pensamiento es:
«Jesús no viene». Ya hemos escuchado eso por años. De todas las profecías que
necesitan cumplirse antes de su regreso, solo unas pocas han sucedido. ¿Por
qué, entonces, deberíamos esperar su aparición? Todas las cosas siguen como siempre.
La Biblia
advirtió sobre esta misma inclinación. Pedro dijo que en los últimos días
vendrían burladores mofándose del mensaje del regreso de Cristo: «Sabed ante
todo que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias
pasiones y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el
día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen, así como desde el
principio de la creación» (2ª Pedro 3:3-4).
Increíblemente,
muchos temen el súbito regreso de Cristo. Solo el pensar que su vida llegara a
su fin y tener que enfrentar el juicio, es tan espantoso que lo sacan de sus
mentes. Usted preguntará ¿cómo podría ser esto cierto entre los creyentes?
Según Pedro, sus vidas están dominadas por pasiones: «andando según sus propias
pasiones» (3:3).
Piense acerca de
lo que Pedro está diciendo: Si usted se aferra a un pecado íntimo, nada quiere
saber sobre el mensaje del regreso de Cristo. La idea de que Jesús vendrá y le
juzgará, es el pensamiento más espantoso que cualquier pecador puede tener. Así
que usted tiene que ridiculizar la idea de tener que pararse ante Dios, con la
pasión que le consume, y rendirle cuenta.
El mensaje de
Pedro para nosotros es claro. «Esto es lo que está detrás de toda ligereza con
que se toma la venida de Cristo: una burla de la ley de Dios. Es una aversión u
odio por la Biblia, un desprecio a los Diez Mandamientos, un menosprecio hacia
el evangelio. Esa es la causa detrás de toda desobediencia, ostentación de
pecado e impotencia de la iglesia. Burladores están predicando un nuevo
mensaje: «Cristo no viene. No hay un día de juicio final. Todas las cosas
continúan como han estado por años. Usted no tiene que temer un día de juicio».
Precisamente
como Pedro profetizó, esos burladores están aquí hoy. Ellos no se burlan de la
ley terrenal. Se burlan de las leyes de Dios. Vemos esto en la manera que
apoyan la destrucción del matrimonio entre un hombre y una mujer. Su enfoque no
es la Constitución, sino la Palabra de Dios. Y estos burladores están en las
más altas posiciones: en el Congreso, las cortes, las academias y las escuelas,
aún en los seminarios bíblicos.
Debido a estas
desenfrenadas desobediencias, la gente está plagada con una obstinada ceguera.
A los burladores se les puede oír diciendo: «Todas las cosas continúan de una
manera metódica. El sol subirá mañana a su hora y las estaciones van y vienen.
Todas las advertencias que escuchamos en el pasado todavía no ocurren. De
manera que, nada le debe inquietar. Satisfácete y disfruta. Haga cualquier cosa
que le permita ser feliz».
Tengo que mover
la cabeza ante esto. ¿Cómo puede decir cualquiera que viva hoy que las cosas
siguen como siempre han sido? Piense en lo absurdo de esta afirmación, en estos
tiempos tan aterradores. Terroristas han destruido las Torres Gemelas en New
York. Hicieron volar una estación de trenes en España. Y están decapitando
gente en el Medio Oriente.
Se ha dicho que
un genocidio masivo, como el Holocausto, no podría suceder jamás en nuestros
días. Sin embargo, una matanza de 700,000 inocentes de Ruanda ha sido efectuada
por sus propios conciudadanos en materia de unos pocos meses. El SIDA está
matando a millones en África, China, India y otras naciones. Países bribones,
con la bomba de hidrógeno, están listos para tomar al mundo como rehén. Además,
hay un nuevo brote de enfermedades mortíferas, como el SARS y Ebola, que
consumen la carne de las personas en pocas semanas.
¿Todas las cosas
continúan como siempre? ¡Qué obstinada ignorancia! Esto debería ser claro aún
para los impíos, que el Señor está sacudiendo todas las cosas que pueden ser
sacudidas. Y lo que viene en un futuro cercano es demasiado terrible para
pensarlo.
Sin embargo,
mientras todas estas cosas suceden, hay una fuerza, un poder no visto, que
trabaja en la tierra. Es un poder que ningún hombre puede evadir o ignorar.
Hablo del poder del Espíritu Santo. Él es el administrador de Cristo en la
tierra. Él fue enviado para llenar de poder a los justos y convencer al mundo
de pecado, de justicia y de juicio.
El Espíritu
Santo conoce exactamente por qué el Señor no ha venido todavía. Esto es porque
nuestro Señor es paciente. Él es paciente hacia los pecadores, dispuesto para
que ninguna persona perezca. En su misericordia, él está esperando por el
arrepentimiento del más vil pecador. Y por esa misma razón es que el Espíritu
Santo no retrocede en su tarea. Usted puede mofarse de él o tratar de ponerlo a
un lado, pero, el Espíritu viene una y otra vez, convenciendo de pecado y
revelando la verdad de Cristo.
Esto ya sucedió
en Pentecostés. Ahora, al cierre de la era, el Espíritu Santo está haciendo un
clamor final, de media noche: «Jesús viene». Los islámicos e hindúes oirán este
clamor. Los ateos lo oirán. Todos los pecadores y santos, judíos y gentiles, lo
oirán. Esta verdad será proclamada a las naciones.
oigo a la novia
de Cristo contestar: «¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» Apocalipsis 22:20
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